Ayer pusimos en marcha un experimento muy interesante: el experimento de Walter Mischel. Con él, los niños ponen a prueba su capacidad de control y su impulsividad. No se trata de nada científico, sino de una actividad divertida en la que al final todos conseguimos controlar nuestros impulsos. La prueba es bien sencilla: ofrecemos al niño una golosina, y le planteamos 2 opciones: puede comérsela directamente o puede esperar 5 minutos sin comerla y obtener a cambio otra golosina. Al final, todos nosotros logramos esperar y conseguir otra gominola más. Y cada uno utilizó diferentes estrategias para poder contenerse: unos decidieron dar la esplada a la golosina para no caer en la tentación, otros no paraban de mirar el reloj. Algunos se tumbaron sobre la mesa, o tocaban la gominola contastemente... Aquí podéis ver en qué consiste el experimento y (después de probar a subirlas en diferentes ordenadores..) las fotos del momento
q bueno Pris, Alejandro vino entusiasmado contando q había aguantado!!
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